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Jaime Izurieta: Los robots tocando la puerta

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Miremos el momento tecnológico con esperanza, no con miedo

Un tema recurrente hoy es la aprehensión sobre la inteligencia artificial (IA), que no es más que una serie de programas informáticos que identifican patrones y producen contenido textual o gráfico.

Lo último son los ‘agentes’: programas que funcionan de manera autónoma, robots que trabajan sin supervisión hasta completar una tarea, con autonomía para identificar secuencias de tareas y realizar cada una sin intervención de un operador humano.

Mientras escribo, siento que lo hago en un idioma completamente nuevo. Mi generación se encuentra en la transición entre el mundo analógico y el digital. Nuestros abuelos, debido a la brecha tecnológica generacional, no entenderían los primeros párrafos de este texto.

Hay, sin embargo, otra brecha que se avecina, violentamente. No estamos preparados para la escala y la velocidad en que miles de trabajos van a desaparecer.

La capacidad de absorción de trabajadores en ciudades ecuatorianas, de economía precaria y dinamismo limitado, es reducida. Cuando miles de trabajos repetitivos y de poca agregación de valor como digitadores, operadores de call center o cajeros desaparezcan de pronto, va a ser prácticamente nula.

Eso es un problema, pero también una oportunidad. Ecuador es uno de los países más emprendedores de América Latina. La gran mayoría de esas empresas desaparecen pronto, pero el ímpetu empresarial no falta.

Bret Weinstein, experto en evolución, plantea la diferencia entre los sistemas complicados, que gente con capacidad puede crear y controlar, y los sistemas complejos, que son impredecibles, incontrolables, y emergentes. Es decir, que evolucionan de maneras que hoy no llegamos a imaginar.

Las ciudades son por definición sistemas complejos, no complicados. Por largo tiempo, sin embargo, las hemos manejado con complicadas estructuras de control.

Estar preparados para la emergencia de la IA implica que a la ciudad se le permita responder con el emprendimiento, innovación y resiliencia que corresponde a su complejidad. Miremos el momento tecnológico con esperanza, no con miedo.

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