Sophia Forneris | Paz no es silencio, es estructura

Ningún país sale de la violencia si su clase política no actúa con visión, honestidad y voluntad de transformación
Durante el Imperio romano, la Pax Romana se describe a menudo como un período de paz y prosperidad sin precedentes. Sin embargo, para entender el valor de esta calma histórica es esencial comprender el caos del que emergió.
La Pax Romana se afianzó después de un largo período de constante conflicto. Roma era escenario de luchas y ambiciones desbordadas. Historias transmitidas narraban cómo la tierra era desgarrada por interminables guerras civiles. Comandantes audaces y políticos se enfrentaban en los mismos terrenos donde sus antepasados habían construido templos y foros.
Imagine una escena donde hermanos se enfrentan, vecinos se convierten en enemigos y cada amanecer trae noticias de nuevas batallas. La república había olvidado su civismo. La sed de poder nublaba cualquier intento de unidad. Fue entonces cuando emergió César Augusto, quien entendió que para que Roma siguiera siendo fuerte necesitaba paz. A diferencia de otros líderes, Augusto combinó autoridad con reformas profundas. Reorganizó el ejército, redujo la corrupción y estableció una red de carreteras. Aseguró leyes más justas, mejor recaudación de impuestos y acceso regular a alimentos. Sus reformas ofrecieron un respiro. La Pax Romana no fue solo la ausencia de guerra, sino un pacto social: seguridad, justicia básica y orden a cambio de cierta autoridad central.
Salir de la violencia es menos estudiado que la violencia en sí. Requiere rediseñar instituciones, incluir a los marginados, garantizar educación y justicia. Cambiar el miedo por respeto.
En Ecuador, la violencia ha tomado formas diversas: crimen organizado, corrupción estructural, impunidad, pobreza extrema, polarización política. Durante años, hemos confundido la paz con el olvido, el orden con la represión, y la justicia con simples ‘slogans’ de campaña. Pero la historia enseña que ningún país sale de la violencia si su clase política no actúa con visión, honestidad y voluntad de transformación.
El ejemplo romano demuestra que salir de la violencia requiere de una arquitectura estatal sólida. No basta con apaciguar con discursos, hay que construir.